Debemos enfrentar la lucha cotidiana
y a menudo sentimos desamparo,
parece que la carga no se aliviana
y nos sentimos solos,sin amparo.
Sentimos que este mundo moderno
nos atrapa,consume y obsesiona.
Que vivimos tan cerca del infierno
y lo bello de lo simple ni emociona.
Porque ya nada nos alcanza,
la ansiedad de tener lo material
hace que llamemos esperanza
conseguir aquello que parece genial.
No entendemos que el vacío
que se siente tras lograrlo
a menudo significa que el desafío
no nos garantiza disfrutarlo.
La sociedad de consumo nos invita
a creer que la felicidad completa
se consigue "teniendo" y nos incita
a comprar y poseer: esa es la "receta".
La relación ser y poseer
que envuelve a los humanos
ya casi no se puede detener,
ya casi son más que hermanos.
Es la nueva religión,
endiosando la posesión
como única solución posible
a cualquier situación.
Entonces el afán del hombre
cambia el rumbo totalmente
y que ya nada nos asombre
hablando,pues,globalmente.
Dios,el siempre omnipresente
pasa a segundo plano,
la tecnología es el presente
con el consumo de la mano.
Pero en el corazón sigue la lucha,
porque el vacío sigue intacto
y la riqueza aunque sea mucha
no llena plenamente para ser exacto.
MARCELA
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