El perdón
es directamente proporcional
a los
beneficios que se obtienen al perdonar
y también
es inversamente proporcional
a las
heridas que ocasionan al no perdonar.
Hay muchos
caminos para un buen perdón,
en
principio reconocer que se ha fallado.
Y tal vez
eso es lo más difícil de este don
porque la
arrogancia al alma ha envenenado.
El perdón
también implica un sincero arrepentimiento,
un tratar
de evitar volver a dañar a nuestro prójimo,
no se
perdona infinitamente a quien juega con el sentimiento
si insiste
en su cruel afán de pedir perdón como timo.
Perdonarse
a si mismo, o los demás es necesario,
pedir
perdón y perdonar allana nuestro camino.
Si nos
perdonó Jesús desde su propio Calvario,
¿por qué no
hacerlo nosotros con un corazón genuino?
MARCELA
BARRIENTOS 01/09/2017 ®
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ARGENTINA
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