MILAGROS
I
Agradezco el milagro de la vida,
no conozco a mi madre biológica,
pero le has permitido darme a Luz,
tal vez tuvo mil dudas pero me tuvo,
sí, tristemente me abandonó al nacer,
no conozco ni su rostro ni su nombre,
menos aún del que debió ser mi padre.
II
Pero Tú no me abandonaste, tenías un plan,
había una familia lejana en distancia,
que no podía tener hijos propios y los deseaba,
y no les importó la lejanía solo tenerme en sus brazos.
Así conocí primero a mi madre que me acogió
y luego a mi padre que me estaba esperando en casa.
Hace relativamente poco conocí mi historia
y aunque me dolió saber que me habían dejado
también supe agradecer la Providencia Divina
de haber gozado tener unos buenos padres
que me enseñaron ser una mujer de bien.
III
Si bien mis tres embarazos fueron de cuidado,
el de mi hija menor fue el más riesgoso ,
la hipertensión casi me provoca perderla,
los últimos seis meses de alto riesgo para ambas,
yo pensaba en mis otros dos hijos tan pequeños,
en mi madre muy enferma, quien siempre me ayudaba
y ahora aún con sus dolores una mano me daba.
Esos meses fueron de rezos a la Virgen de Lourdes,
iba a Misa y solo pedía salud para mi hija y mi madre
Dios quiso que naciera en término y muy sana,
que yo superara la hipertensión ras su nacimiento
y que mi madre tras dos operaciones de cáncer se curara.
Mi hija se llama Lourdes en homenaje a María, mi guía.
IV
Ya había nacido mi niña, éramos cinco en casa,
ese año Dios puso muchas pruebas a la familia,
no solo las dos operaciones de mi madre me esperaban
sino otras dos de suma urgencia a mi marido.
Año de corridas, si los hubo, dos enfermos y tres pequeños.
La última operación de mi esposo fue entre Navidad y Año Nuevo,
fechas claves pues encima el veintiocho cumpleaños nuestro hijo.
La operación salió bien pero no querían darle el alta el treinta y uno
y el dos enero, cumpleaños de mi madre, íbamos a bautizar a Lourdes,
a modo de agradecimiento para festejar que todas estábamos bien.
Allí surgió una Santa por medio de la secretaria del pediatra de mis hijos,
le conté de paso en el consultorio y me dio una estampita y una reliquia,
era Santa Maravilla de Jesús, hacia poco era Santa y pedí su intersección,
Dios la oyó porque quiso que el treinta y uno estuviéramos en familia
y que el dos enero mi hija sea bautizada para ser ungida Hija de Dios.
V
Aunque esto ya lo he contado otras veces
cuando mi hijo tenía escasos cinco años
estuvo a punto de ser operado con urgencia
de una obstrucción intestinal bastante aguda.
Es difícil relatar qué pasó realmente esa madrugada
ya que mientras esperábamos al cirujano infantil,
un hombre alto y delgado se presentó y me preguntó :
“¿Cómo se llama el nene , por qué llora , qué tiene?”,
le respondí cada pregunta y le interrogué : “Es usted el doctor”
a lo que me responde que no mientras pone sus manos en mi hijo.
No sé quién era, ni si mi esposo y yo fuimos los únicos en verlos
ya que ni la doctora, ni la enfermera ni el camillero presentes
impidieron que él se acerque a la camilla y le imponga sus manos .
Lo cierto es que mi hijo no necesito operarse por el contrario
pidió ir al baño y pudo evacuar todo lo que lo obstruía.
Estuvimos diez horas más en observación y otros estudios,
y a las quince horas de entrar a guardia le dieron el alta.
A la salida una Señora de cabello blanco y ojos celestes
que me cruz en el pasillo de la clínica mientras ella entraba
me dice : “¡Qué suerte que le dan el alta al nene!...
Y yo solo atiné a decir “gracias”…
Marcela Barrientos 18/05/2021 ©®
D.R.A. Argentina
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