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martes, 21 de marzo de 2023

LUGAR SOÑADO


 

Sin querer buscando entre los papeles de una caja olvidada en el ropero encontré una foto muy especial. En realidad, era una postal de las que antes se enviaban cuando uno salía de vacaciones para avisar a la familia lo bello del lugar, los días lindos que estábamos pasando.

A veces el destino nos lleva a lugares mágicos que uno creía que solo existían en novelas o películas.

Durante ese viaje lleno de contratiempos nuestra recompensa fue hallar ese sitio donde sus habitantes eran muy amables, la marea era la música ambiental y se respiraba brisa marina.

Cada mañana tomábamos mate sentados en la arena mirando hacia el horizonte tan lejano, donde solo algunos barcos rompían el paisaje. En lo personal me invadía una calma que hacía mucho que no sentía.

Caminar por la playa al atardecer mojando los pies a la orilla del mar era un modo de energizarme mientras sentía que todo lo malo era arrastrado hacia lo profundo del océano.

Sentía que eso era estar conectada y sin necesitar ninguna señal invisible que además hay que pagar. Es sin dudas otro tipo de conexión que no tiene precio, que te lo pide tu propio organismo porque somos uno con lo que nos rodea.

A la noche el universo te ofrecía sus constelaciones australes que se veían más nítidas y brillantes por las escasas luces encendidas. Y la luna, que decir de la luna que influye en la danza del oleaje marino.

Deberían existir muchos pueblos así sin tantos grandes conglomerados que no te permiten respirar el aire puro porque se ha contaminado en forma brutal.

Tal vez porque era otoño, éramos pocos los que disfrutábamos todo lo que nos brindaba ese rincón del mundo, casi encantado para una familia de ciudad donde ya nada existe de lo natural.

Desde que conocí aquel pueblo no puedo dejar de soñar con él. Idílico paraíso junto al mar bañando sus costas lejos de la multitud sofocante de las grandes ciudades.

Nos propusimos venir cada año para la misma época como un ejercicio liberador y revitalizador de emociones.

Y aunque existen años que las circunstancias de la vida no nos lo permiten, puedo asegurar que aún poseo un chip en mi memoria que me transporta directamente a este pueblo rodeado de campo y bañado por el océano.

Es que creo, esencialmente, que los seres humanos debemos volver a la paz de la vida sin stress con menos cosas materiales y más contacto con la naturaleza.

Nuestro cuerpo humano tiene su ritmo alterado por tantas cosas que son artificiales y nos engañan pareciendo más divertidas cuando solo nos generan una ansiedad enormemente consumista.

Reviso otra vez esa vieja postal que le había enviado a mis padres donde les decía que era el lugar ideal para olvidarse de todos los problemas y no había apuros porque solo teníamos que disfrutar de lo que la creación tenía.

Volviendo a aquel lugar sé que siempre me espera y que sigue entonando su música oceánica, dejando que el viento colabore con su sonido de libertad.

Bueno debo volver a la rutina, pero no sin decirte gracias por llevarme a ese descanso mental de los buenos momentos vividos bajo tu encanto.


Marcela Barrientos 21/03/2023

Derechos de autora reservados.

País: Argentina

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