ítulo: Muda desnudez
El árbol, testigo mudo de la danza celestial entre la luna y el sol, permanecía inmóvil, como anclando la dualidad de la noche y el día en su ser. La brisa susurraba suavemente entre las ramas desnudas, como acariciándolo en un gesto de consuelo y compañía.
En ese momento mágico, la naturaleza cobraba vida en su máxima expresión, fusionando la calma de la noche, la energía del día y la belleza etérea de un arrebol naranja que iluminaba el paisaje con tintes dorados y anaranjados.
Marcela Barrientos 0707/2024
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Argentina
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