Y COMPRENDÍ...
Un día observé mis manos,
sí, mis manos estaban ahí,
a punto de convertirse
en mi mayor tesoro, mi catarsis.
Y comprendí que mi sanación
estaba en mis manos, en mis letras,
que debía aprender a sacar el dolor.
Es verdad que a veces son letras de lágrimas,
de silencios tan callados que se encarnaron.
Todo el poder concentrado en mis manos,
el camino que recorre mi memoria
y necesita salir abandonando la angustia.
Marcela Barrientos 01-10-2021 Copyright
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Argentina
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