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martes, 24 de septiembre de 2019

MADRE DE LA PATRIA

 MADRE DE LA PATRIA

 María Remedio del Valle,
fue una militar afroargentina ,
desconocida para la mayoría
ayudó en las Invasiones Inglesas
y luego de la Revolución de Mayo
se alistó al ejército de Belgrano,
atendiendo enfermos y combatiendo.
Fue nombrada Capitana por su Lealtad.
fue torturada y casi fusilada por los españoles.
Terminó sus días como muchos patriotas
en la mendicidad y tratando de ser reconocida.
Una burocracia eterna dudó en otorgarle
una pensión en sus años de ancianidad.
¿Cuántos argentinos conocen su existencia?-
Tardímente, una ley general del dos mil trece
reconoce en su memoria a la comunidad afroargentina.

Marcela Barrientos 24/09/2019 Copyright
Derechos de Autora Reservadas
Argentina

María Remedios del Valle (Buenos Aires1766 o 1767 - , noviembre de 1847) fue una militar afroargentina. Fue una de las llamadas «niñas de Ayohúma», aquellas que asistieron al derrotado ejército de Manuel Belgrano en la batalla de AyohúmaAfrodescendiente argentina, actuó como auxiliar en las Invasiones Inglesas y tras la Revolución de Mayo acompañó como auxiliar y combatiente al Ejército del Norte durante toda la guerra de Independencia de la Argentina lo que le valió el tratamiento de «capitana» y de «Madre de la Patria» y, al finalizar sus días, el rango de sargento mayor del Ejército.


Tomás de Anchorena quien afirmó:
Efectivamente, esta es una mujer singular. Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta mujer estaba en el ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército. Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y presentaré un hecho que la manifiesta: el general Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitió que siguiese ninguna mujer al ejército; y esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo. [...] Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de jefes y oficiales. Yo los he oído a todos a voz pública, hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, y otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta clase era esta mujer. Si no me engaño el general Belgrano le dio el título de capitán del ejército. No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción en que entre muertos y heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía socorrer. [...] Una mujer tan singular como ésta entre nosotros debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano, y adonde quiera que vaya debía ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a una general; porque véase cuánto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda.

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