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viernes, 30 de mayo de 2025

AMOR MATERNO

 

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viernes, 23 de mayo de 2025

MANIFESTACIONES DEL ARTE

 




Título: Manifestaciones del arte



El arte es un idioma que puede carecer de palabras 

pero que fluye como un río en la mente y el espíritu 

liberando emociones y pensamientos dormidos,

manifestando la esencia infinita del ser.


En cada pincelada, en cada verso,

se plasma una parte de nuestra alma,

se revela nuestro mundo interior,

como un reflejo en un espejo de cristal.


El lienzo es un lienzo de sueños,

donde la realidad y la fantasía se entrelazan,

donde la creatividad se desborda,

como una cascada de colores y formas.


El arte es la voz silenciosa del corazón,

que encuentra en la expresión su libertad,

que se atreve a desafiar lo establecido,

a explorar lo desconocido, lo inexplorado.


En cada trazo, en cada nota,

se esconde una historia sin contar,

un universo por descubrir,

una verdad que aguarda ser revelada.


El arte es el ritual sagrado del alma,

el acto de comunión con lo divino,

la búsqueda eterna de la belleza y la verdad,

que nos conecta con nuestra esencia más profunda.


En cada obra, en cada creación,

se halla la huella indeleble de quien somos,

la marca de nuestra presencia en este mundo,

la firma luminosa de nuestro ser eterno.

Marcela Barrientos 26/04/2024 ©️

Argentina

NOCHE TENEBROSA

 




Título: Noche tenebrosa 


Esa noche oscura y tenebrosa en el campo,  

las nubes se vistieron de furiosos fantasmas insomnes

Desde la ventana, observaba sus formas tétricas,  

mientras una extrema sensibilidad me tomaba en sus garras.  


Mi alma se estremeció de miedo, como hojas en vendaval,  

sintiendo el eco de antiguos susurros en su interior susceptible.

El silencio pesado paralizó todo mi cuerpo aplomado

y las sombras danzaban en un macabro destello.  


Mis sentidos agudos capturaron cada detalle,  

el temor palpable en el aire era  un lúgubre infierno.  

Cada rincón del paisaje nocturno se volvió un enigma,  

donde la realidad se desvanecía en la neblina.  


¿Acaso era un sueño o una pesadilla encarnada?  

En esa noche de secretos, mi mente temblaba enmarañada.  

Las estrellas ocultas por las sombras de nubarrones errantes,  

intentaban enviarme señales de una calma más allá del siniestro paisaje celestial.

Marcela Barrientos 24/04/2024 ©️

Argentina

ENERGÍA TROPICAL

 



Título: Energía tropical 


En la selva tropical, bulle la vida,  

flora y fauna en perfecta armonía,  

unidos tejen su hermosa melodía,  

colores y sonidos que embriagan el día.  


El verde intenso de la frondosa vegetación,  

se funde con el rojo de las flores en flor,  

mientras aves brillantes forman un arco iris

llenando el aire de un canto de amor.  


La brisa susurra secretos ancestrales,  

mientras el río fluye con su canto sereno,  

la naturaleza en su esplendor mágico,  

embellece el mundo en un eterno frenesí.

Marcela Barrientos 15/04/2024 ©️

Argentina

MI PADRE. MI HÉROE

 




Título: Mi padre, mi héroe 

Autora: Marcela Barrientos 

País: Argentina 



En el corazón de mi padre brilla el sol,

una fuerza de voluntad imparable,

como el roble enraizado en la tierra,

firme y eterno en su amor inquebrantable.


Su honestidad brilla como el diamante,

reflejando la luz de su alma noble,

simplicidad en sus acciones,

que me enseñan el valor de lo verdadero.


Un corazón de oro late en su pecho,

dando amor incondicional sin medida,

siempre dispuesto a escuchar y entender,

un compañero fiel en mi vida.


Su palabra es ley, su promesa un pacto,

como un río que fluye constante,

nunca se desvía de su camino recto,

un ejemplo de integridad radiante.


A sus noventa años, su vitalidad es asombrosa,

un espíritu creativo que nunca descansa,

siempre en movimiento, siempre avanzando,

un faro de luz en medio de la bonanza.


Mi padre, mi héroe, mi guía en la vida,

te honro con este poema y mi gratitud,

por todo lo que eres y todo lo que representas,

en mi corazón, siempre serás mi luz.

Marcela Barrientos 16/06/2013

Derechos de autora reservados

Argentina

martes, 20 de mayo de 2025

UN VIAJE DIFERENTE

 



Era diciembre de 1974 y el verano ya abrazaba Corrientes con su calor intenso y su cielo despejado. Llenamos el auto con valijas, regalos y entusiasmo: íbamos a pasar las fiestas allí, como tantas otras veces. Ese lugar siempre fue sinónimo de alegría, reencuentros, calor humano y niños corriendo por todos lados. La casa de mi tía, enorme y ruidosa, nos recibía como si nunca nos hubiéramos ido.

Esa Navidad, una de mis primas esperaba su cuarto hijo. Ya tenía tres nenas, todas preciosas, y todos en la familia deseaban que esta vez llegara el varón. Aún la recuerdo apoyada en la mesada de la cocina, acariciando su panza con una sonrisa calma. Parecía tan serena, tan feliz.

Durante la noche de Navidad, me hamacaba con su hija menor, que tenía más o menos mi edad. Nos reíamos sin parar mientras la hamaca crujía, casi como si supiera que ese momento debía quedar grabado para siempre. Era una noche tibia, cargada de perfumes del jardín y risas infantiles. La mesa larga estaba llena de comidas caseras, los adultos brindaban y charlaban animadamente, y los primos jugábamos descalzos bajo el cielo estrellado. Todo parecía eterno, como si el verano nunca fuera a terminar.

Pero el verano pasó, y con el inicio del ciclo lectivo regresamos a Buenos Aires. Unos días después, llegó una llamada telefónica: ¡mi prima había tenido un varón! Las voces en casa se llenaron de emoción. “¡Por fin el varón!”, decían. Yo me lo imaginaba con los ojos de su mamá y la sonrisa de sus hermanas.

Sin embargo, seis meses más tarde, todo cambió de forma brutal.

Era una fría mañana de junio, ya bien entrado el invierno. Volvía del colegio con el portafolio en la mano y el guardapolvo todavía abrochado. Al entrar, encontré a mi mamá acostada, rodeada de vecinos. Mi papá llegó poco después, mucho antes de su hora habitual. Algo grave pasaba.

—Tenemos que irnos ya —dijo, con una voz apagada, desconocida.

No entendía nada, pero obedecí. El viaje a Corrientes, que siempre había sido un camino hacia la felicidad, esta vez fue un silencio de más de doce horas. Las rutas estaban grises, el aire helado, y el coche avanzaba como arrastrado por una tristeza que no se nombraba.

Allí, entre susurros y llantos, me enteré. Un accidente. Un paso a nivel. Un tren. Mi prima, su esposo, sus dos hijitos, el bebé que nunca conocimos y la suegra de mi prima habían muerto.

—Murieron en el acto —escuché decir a alguien—. Solo él sobrevivió unas horas, pero no llegó al hospital.

No sabía a quién se referían. Solo supe que no volvería a ver a esa prima que se hamacaba conmigo, ni a su mamá, ni al bebé que había sido la alegría de toda la familia. Un murmullo que aún me estremece llegó hasta mis oídos: “Parece que una de ellas murió decapitada”. No sé si fue verdad o imaginación de mi mente de siete años. Pero fue suficiente para que todo dentro de mí se quebrara.

Corrientes, ese invierno, ya no era la misma. No estaban el bullicio ni los brindis. El patio donde antes había juegos estaba silencioso, como si también guardara duelo. Vi rostros desencajados, ojos hinchados de tanto llorar, abrazos que no alcanzaban para consolar. Yo también lloré, aunque no entendía del todo por qué algo tan trágico podía pasar de un día para el otro.

Durante mucho tiempo no pude hablar de eso. Me preguntaba por qué, por qué a ellos, por qué tan pronto. Recién con los años entendí que hay cosas que no tienen explicación, que la vida a veces se parte en dos sin aviso.

Aunque la vida siga, hay un rincón en mi memoria donde esa hamaca sigue moviéndose y una niña sonriente me acompaña en esa noche calurosa de fin de año, mientras el invierno de aquel día sigue congelado en mi recuerdo.

Marcela Barrientos 09-05-2025

 Derechos de autora reservados

Argentina

 


A ORILLAS DEL PARANÁ

 

La Ciudad de Corrientes fue fundada por el Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón con el auxilio de Alonso de Vera y Aragón, llamado el Tupí, y Hernando Arias de Saavedra;Hernandarias; el 3 de Abril de 1588.



Y vinieron los tapicha morotĩ *


Vinieron con el río, sin saber que era sagrado,

traían cruces de hierro y un nombre ya gastado.

El Paraná miraba, con su espejo sin fondo,

el gesto de fundar lo que aún no era su mundo.

El viento abrió las aguas como una antigua Biblia

y un sauce dijo un nombre que nadie entendía.

Entonces fue Corrientes, por milagro o por suerte,

una chispa en la orilla, encendida por la muerte.

Dicen que antes de todo, la tierra era solo viento y guaraníes en búsqueda de la “tierra sin mal” (Yvy Mara'ei) . Que el río hablaba en sueños y que había un pez antiguo —el Yaguareté de Plata— que cuidaba las aguas. Nadie lo vio, pero todos lo temían.

El primer habitante fue una mujer. No vino de España ni de Asunción. Nació del río y del barro cuando la luna estaba llena. La llamaban Ñanderý, la del fuego lento. Dicen que tejía palabras en las hojas del lapacho y que su sombra aún canta cuando florece.

Juan Torres de Vera y Aragón llegó un día en el que el Paraná estaba calmo, como si lo esperara. Fundó la ciudad el 3 de abril de 1588. La llamó San Juan de Vera de las Siete Corrientes, por las siete corrientes del río que desafiaban las embarcaciones, pero algunos dicen que eran siete espíritus del agua, cada uno con su rostro y su furia.

En los primeros días, cuando aún no sabían si la ciudad echaría raíces o se la tragaría el monte, clavaron una cruz de madera en la tierra recién ganada. Era sencilla, tosca, como los días por venir. Pero pronto se volvió sagrada. Los guaraníes, temerosos o furiosos, intentaron quemarla. La madera crepitó, pero no ardió. Algunos dicen que un rayo cayó desde el cielo y detuvo la mano de quienes buscaban destruirla. Desde entonces, la cruz quedó allí, intacta, desafiando el tiempo y la duda. Se la llamó la Cruz de los Milagros. Y fue más que un símbolo: fue promesa y advertencia, fue consuelo y destino. Cada 3 de mayo se la venera, y no hay correntino que no haya sentido alguna vez su sombra, su protección, o su misterio.

La primera casa fue de adobe, hecha con manos que sabían más de batalla que de ternura. Pero fue allí donde se cocinó el primer guiso con carne de monte, y donde una guaraní enseñó a rezar mirando el sol.

Corrientes nació entre dos mundos: la espada y la leyenda, la cruz y el tambor. Desde entonces, vive con un pie en la historia y otro en el mito. En cada esquina hay una sombra que murmura algo que no está en los libros.

Mucho antes del acto solemne y del papel firmado, Corrientes ya era susurro en la lengua de los árboles. El ceibo, testigo mudo, ya florecía con tinta roja cada vez que alguien imaginaba un hogar. En las noches de luna nueva, un jaguar de fuego caminaba por la ribera y marcaba con sus huellas los sitios sagrados. Los niños guaraníes, dicen, lo seguían sin miedo, y al amanecer despertaban sabiendo cosas que no podían explicar. Fue él, dicen algunos viejos, quien eligió el sitio de la ciudad, porque allí el tiempo se doblaba como el río en sus meandros, y podía nacer lo eterno.

Se habla de una piedra que sangra cuando alguien olvida su nombre. Se habla del Cacique Ñaró, que aún vigila el río desde las barrancas. Se habla de un corazón enterrado bajo la plaza, latiendo todavía.

Y Taragüi nació

Taragüi no se fundó: se recordó a sí misma,

como sueña una rama que regresa a la brisa.

Fue un deseo del agua, no un acto del hombre,

una idea del río vestida con un nombre.

Las siete corrientes no son rumbo ni mapa,

sino voces antiguas que silban en las tapias.

Y quien diga “Taragüi” diga sol, diga fe, diga alegría

y también diga música que florece en la tierra.


* tapicha morotĩ: personas blancas

Marcela Barrientos 07/05/2025

Derechos de autora reservados Argentina 

 

QUERIDA TÍA ÑA GUILLERMINA

 





Desde que me vine a estudiar a Buenos Aires, extraño muchas cosas. El ritmo apurado de esta ciudad contrasta con la calma de mi pueblo, donde las tardes parecen durar más y todo se cuenta con mate de por medio. Acá, entre colectivos, subtes y tareas, encontré un momento para escribirle a mi tía Ña Guillermina, que quedó allá en Corrientes. Ella fue como una segunda mamá para mí, y siempre me dice que le cuente cómo ando, pero sobre todo que no me olvide de nuestras palabras, las de la casa, las del corazón. Así que decidí mandarle una carta, con las palabras que nos hacen quienes somos.

Querida tía Ña Guillermina:

Che mburuvicha, ¿cómo andás? Acá en Buenos Aires todo es tan distinto: la ciudad no duerme, el ruido no para y el tereré* cuesta encontrar. Extraño Corrientes, con su calor que aprieta, los bichos que no dan tregua y el ritmo nuestro que se vive distinto.

Te cuento que el otro día me acordé de cuando íbamos con los changos* al arroyo de Ñandereko*. Armábamos campamento bajo un lapacho en flor y nos poníamos a charlar largo y tendido. El Lucho llevaba su vieja guitarra ñembo* y se largaba a tocar una polca que aprendió con el abuelo. Ahí nomás se armaba la farra*. Me venía la risa sola al recordar a la Mechi, esa kurepi* todavía medio descolgada, que una vez quiso cebar un mate y terminó tirando toda el agua caliente sobre el mantel.

Y cómo olvidar el karu guasu*: empanadas, mandioca, ensalada de porotos y esa torta de almidón con dulce de guayaba que hacía la tía Pina. ¡Mba’eichapa te lo explico! Comíamos como si no hubiera mañana. El aroma del chipá recién salido y el humo del fuego le daban ese olorcito que hace bien al alma.

Más tarde, cuando la siesta se venía encima, nos tirábamos en las hamacas que colgábamos entre los árboles. El viento soplaba leve y se escuchaban los sapucay de algún loco que andaba pescando río arriba. En ese momento pensaba en vos, en tus cuentos de cuando eras pichona* y nadaban en el arroyo con los pies embarrados y la panza vacía pero el corazón contento.

Acá, lejos, todos esos recuerdos me acompañan. El Tito pregunta seguido cuándo vas a venir a visitarme, y yo le digo que la tía Ña Guillermina siempre está presente en mi corazón. Mandanos una foto, aunque sea, y si podés, esa receta de la torta con miel de caña. Te mando un abrazo grande y un beso de esos que hacen ruido. Ñandejára te guarde siempre.

Con cariño,

Marcela


Marcela Barrientos 03-05-2025

Derechos de autorareservados

Argentina

Glosario:

  • Che mburuvicha: "Mi jefa", manera cariñosa de decir "mi querida" o "mi importante" (guaraní).
  • Tereré: Infusión fría de yerba mate típica del litoral argentino y Paraguay.
  • Changos: Forma coloquial de referirse a los chicos o amigos.
  • Ñandereko: En guaraní, "nuestro modo de ser", identidad cultural.
  • Ñembo: Falso, imitación, algo improvisado (guaraní).
  • Farra: Fiesta, celebración.
  • Kurepi: Término guaraní para referirse a los forasteros o personas de fuera.
  • Guapuru: Enfadado, enojado (uso familiar local).
  • Truqueada: Partida de truco, juego de cartas muy popular.
  • Chipá: Panecillo de almidón de mandioca y queso, típico del litoral.
  • Yacarés: Caimanes sudamericanos; en este contexto, usado para describir cómo comen, con fuerza.
  • Sapucay: Grito típico del folklore guaraní, usado para expresar alegría o entusiasmo.
  • Pichona: Pequeña, niña (uso afectivo).
  • Ñandejára: Dios, en guaraní.
  • Karu guasu: Gran comida o banquete (guaraní).
  • Mba’eichapa: Expresión usada para decir "¡cómo explicarte!" o “¡qué te puedo decir!”, suele expresar admiración o sorpresa (guaraní).


                                                                     

DEL MERCADO A LA COSTANERA

 

El primer edificio se levantó a fines del siglo XIX, para luego dar paso a uno nuevo. Este último fue demolido en 2001

Aquí, donde hoy sólo queda una sombra difusa de lo que fue, se alzaba el Mercado Piso. Era un edificio de paredes ásperas y letreros pintados a mano. Un corazón de concreto que latía con las voces de los vendedores, los gritos de ofertas y el crujido de las bolsas de papel. Recuerdo el aroma que se mezclaba en el aire: especias regionales como el comino y el pimentón, carne fresca, yuyos curativos que las abuelas juraban milagrosos, pescados recién traídos del río. Todo estaba ahí, revuelto, vivo.

Mi tía me llevaba de la mano. Tenía su puesto favorito de almidón de mandioca y otro donde compraba naranjas con el jugo perfecto. Un día, me regalaron una ramita de ruda para espantar "malas energías". Me la guardé en el bolsillo como un tesoro. Ese mercado era una orquesta de lo cotidiano. Hoy ya no existe, pero si cierro los ojos, todavía puedo escucharlo.

Caminando unas cuadras hacia el río, hacemos una pausa en la Plaza Libertad. Este espacio, que alguna vez fue parte del área del viejo mercado, hoy es un remanso en medio del tránsito del centro. En el centro de la plaza se alza una fuente majestuosa, con chorros de agua que bailan hacia el cielo. Las esculturas de la Libertad, la República y el escudo de Corrientes nos miran con solemnidad. Me gusta sentarme en sus bancos bajo la sombra de los árboles antiguos, donde los sonidos de la ciudad se diluyen un poco. Aquí me he detenido muchas veces: a leer, a pensar, a mirar simplemente cómo cae la tarde sobre el mármol y el pasto. La plaza tiene esa forma tranquila de abrazar los pensamientos sin hacer preguntas.

Empezamos a caminar por las calles del centro, dejando atrás el bullicio del comercio. Junín, La Rioja, Salta… cada calle tiene sus propios secretos. En algunas veredas los árboles todavía custodian historias viejas, como la vez que corrí bajo una lluvia de verano con las zapatillas empapadas, riéndome sola, sintiendo que el mundo era todo mío por un instante. Pasamos frente a esa heladería donde probé por primera vez el gusto de dulce de leche granizado. Ese día supe cuál era mi favorito. Fue un descubrimiento pequeño, pero revelador. Las casas cambian, los negocios cierran, otros abren. Pero algunos balcones siguen iguales, con plantas colgando que parecen saludar a los que pasan. La ciudad también tiene su memoria.

Y de pronto, tras unas cuadras más, el aire cambia. Se abre la ciudad. Aparece el Río Paraná, inmenso, respirando en silencio. La Costanera es otra cosa. Aquí no se escucha el pregón del mercado, sino el sonido del viento jugando con las hojas, las bicicletas que pasan, los pasos lentos de los que caminan por la rambla. En este lugar encontré consuelo muchas veces. Aquí vine cuando me sentí perdida, y el río, siempre firme, me recordaba que todo fluye, que nada se detiene. Que el agua sigue. Y allá, a lo lejos, se asoma el Puente General Belgrano. Es como un gigante que abraza la ciudad, conectando orillas, como conectamos momentos en este recorrido.

Gracias por acompañarme. Este paseo fue más que un trayecto urbano; fue una caminata por los pliegues de mi memoria. Y aunque el Mercado Piso ya no está, y muchas cosas cambiaron, hay huellas que permanecen. La ciudad también tiene corazón. Y cada paso deja una marca.

Marcela Barrientos 30-04-2025

Derechos de autora reservados 

Argentina



IMAGEN AÉREA DE LA PLAZA LIBERTAD



CORRIENTES, SIEMPRE CORRIENTES

 



Café Buenos Aires y Librería La Popular de Eustaquio Díaz(H).



Corrientes no es simplemente un punto en el mapa para mí. Es el principio de todo. Es el lugar donde aprendí a mirar el mundo, donde el cielo siempre parece más amplio, donde el sol brilla con una intensidad casi desafiante. En enero, cuando el calor se adueña de cada rincón, la ciudad late más fuerte. La siesta se convierte en un acto sagrado, y la vida transcurre entre el murmullo de los árboles y las risas que escapan a pesar del sofocante calor.

Cada vez que pienso en Corrientes, me invade una mezcla de nostalgia y orgullo. Orgullo de pertenecer a una tierra que no se doblega, que resiste y celebra. Orgullo de haber nacido en un lugar donde el verano no es solo una estación, sino una forma de vivir: abierta, luminosa, intensa. Corrientes, en enero, es un espectáculo de vida: cielos encendidos al atardecer, calles silenciosas bajo el sol de plomo, noches donde la brisa del Paraná trae un alivio tibio que apenas roza la piel.

Mi nacimiento en enero parece sellar una unión inevitable con este paisaje ardiente. Crecí bajo el mismo sol que ahora recuerdo con cariño, corrí por esas calles que hervían al mediodía, busqué refugio en la sombra de las plazas, acompañando con mi infancia el latido de Corrientes en su época más vibrante. Y aunque la ciudad cambia, se transforma y crece, ese espíritu esencial —ese calor que es mucho más que una temperatura, que es un modo de ser— permanece intacto.


Corrientes, siempre Corrientes, me acompaña incluso cuando estoy lejos. Su nombre resuena en mí como un eco constante, recordándome quién soy y de dónde vengo. Hay en esa palabra una promesa de sol, de agua, de tierra fértil y de memorias imborrables. Allí, donde el Paraná se desliza majestuoso sin reclamar protagonismo, está mi hogar primero, el escenario donde aprendí a ser.

Cada enero que pasa, cuando el calor vuelve a hacerse presente, siento que renace en mí el espíritu de Corrientes. Es un llamado silencioso, una caricia ardiente que me recuerda que llevo en el alma el mismo fuego que alumbra esas calles, el mismo impulso vital que recorre su gente. Y aunque la vida me lleve por otros caminos, Corrientes será siempre el faro, la raíz, el corazón que late al ritmo del verano.


Taragüi, como la nombraban antiguamente en lengua guaraní, lleva en su nombre una fuerza ancestral, un eco que atraviesa generaciones. Decir Taragüi es invocar no solo a Corrientes, sino también a su esencia más profunda: su vínculo inseparable con la naturaleza, su historia marcada por la resistencia y el calor inquebrantable de su gente. Cada vez que pronuncio esa palabra, siento que me conecta directamente con un linaje de raíces fuertes y memorias compartidas bajo el mismo sol abrasador.

Corrientes, mi Taragüi, guarda en mis recuerdos alguna de sus calles polvorientas y en sus veredas calurosas una sabiduría antigua, una memoria viva que el tiempo no ha logrado borrar. Hay algo en su aire —quizá el rumor del Paraná o el canto de las cigarras en enero— que me recuerda que pertenezco a esta tierra, aunque la distancia a veces intente separarme. Taragüi no es solo el nombre guaraní de mi ciudad natal; es una palabra que lleva en sí misma toda la pasión, toda la intensidad de un verano eterno.

Cada latido del corazón de Corrientes —de mi Taragüi amada— resuena en mi interior como un llamado a la memoria y al origen. El calor de enero, la luz cegadora del mediodía, el aroma dulzón de los árboles en flor: todo en Corrientes tiene la fuerza de lo que no se olvida. Y en ese escenario, mi Taragüi se levanta orgullosa, como un símbolo de identidad y pertenencia que atraviesa el tiempo y la distancia.

Corrientes, mi querida Corrientes, es para mí mucho más que un lugar: es una forma de entender el mundo, una emoción que no se puede describir sin sentir la piel ardida por el sol, sin recordar el peso dulce del aire caliente, sin escuchar en la memoria el rumor del río que pasa, eterno, junto a sus orillas. Cada latido mío tiene algo de ese calor, algo de esa luz que solo Corrientes sabe ofrecer.

Marcela Barrientos 28-04-2025

Derechos de autora reservados

Argentina 

Construcción del Basamento de Monumento a Carlos María de Alvear de Lola Mora. Avenida 3 de Abril y Costanera. Alberto Ingimbert. Fotografía 1928-1929



EL NIÑO QUE CAMINÓ SUS CALLES

 

Hotel Paraná y Plazoleta Berón de Astrada. Años 30'.
El Hotel Paraná se llamaba originalmente Roma.
Actualmente, esta ubicado el Monumento a la Madre.


No puedo imaginar Corrientes sin pensar en él. En ese niño que, con apenas ocho años, ya era un hombrecito cargando con la responsabilidad de toda una familia. Ese niño era mi padre.


Corrientes era otra en aquellos años, con sus calles adoquinadas y arboladas como la Fray José de la Quintana, donde vivía. Allí, entre patios internos, zaguanes amplios y vecinos que aún se saludaban por su nombre, se forjaba el carácter de un chico que no tuvo infancia.


Me gustaba escucharlo contar sus historias. Lo hacía sin dramatismo, con una sencillez que a veces dolía más que cualquier lágrima. Sus palabras pintaban escenas con la nitidez de quien ha vivido mucho en poco tiempo. Me hablaba de su infancia como quien recuerda una batalla antigua, con orgullo y sin quejas. A través de él, Corrientes se volvía más que un lugar: era un escenario de coraje, de ternura en medio de la escasez, de dignidad inquebrantable. Escucharlo era como abrir una ventana a otro tiempo, uno que no conocí, pero que ahora vive en mí con la fuerza de una herencia.


La crisis del año 30 golpeó duro. Él tenía apenas ocho años —“modelo 22”, como solía decir con una media sonrisa y tuvo que abandonar la escuela para ayudar a su madre y a sus hermanas. Lustra zapatos, vende lo que puede, pide fiado en la tienda para llevar lo necesario a casa. Pero lo hace con honor. Porque cada deuda era una promesa. Y su palabra, lo más valioso que tenía. Aquel niño caminaba por el empedrado con los zapatos desgastados, pero con la frente en alto, como si cada paso fuera una lección de dignidad.


La ciudad, mientras tanto, cambiaba. A pocos metros, en la costa, los obreros comenzaban la obra titánica de la costanera. Un emblema en construcción, como él. Como tantos otros niños que crecieron antes de tiempo. Mi padre corría por esas mismas calles, iba al dispensario cuando el tifus enfermó a su madre y hermanas. Él era el único sano. El único capaz de ir por medicina y comida. El único sostén. Aprendió a cocinar, a curar, a consolar, todo a una edad en que otros aún jugaban a la pelota en la calle.


A pesar de todo, jamás perdió el orgullo de haber nacido en esa tierra. Ser correntino era para él un honor que llevaba en la sangre y en la voz. Ya viviendo en Buenos Aires, cada vez que podía, regresaba. Aunque fuera solo unos días. Era una necesidad del alma. Volver a caminar las veredas de su infancia, mirar el río, reencontrarse con los recuerdos. Decía que Corrientes era más que un lugar: era su raíz, su refugio, su identidad. Y al pisar esa tierra roja, su mirada se iluminaba como si la ciudad misma lo abrazara.


A veces lo imagino caminando por la calle de tierra, con un paquete de arroz bajo el brazo y la preocupación de un adulto en el rostro. En esos días, la ciudad le hablaba en murmullos: en el crujir de los adoquines, en el chirriar de un tranvía lejano, en el canto de los vendedores ambulantes. Cada sonido era parte de su historia, cada aroma una memoria viva. El perfume del azahar en primavera, el calor húmedo que subía desde el río, el eco de los rezos en las siestas sagradas.


Corrientes no sería la misma para mí sin su historia. Él le dio forma con su paso, con su lucha. Aunque hoy ya no está, siento que su espíritu aún recorre esos rincones. Que se detiene bajo un árbol, que escucha el murmullo del río, que sonríe frente a los viejos portales. Porque en cada rincón de la ciudad hay un eco de su vida. Y mientras yo recuerde, él seguirá caminando por esas calles eternas.


Porque Corrientes está hecha también de esos héroes invisibles. De esos niños que, como mi padre, hicieron grande a esta ciudad con pequeños gestos de grandeza. Y su historia, humilde y silenciosa, es una de las que le da alma y memoria a este lugar.

Marcela Barrientos 15-05-2025

Derechos de autora reservados 

Argentina


1900 - NORDESTE ARGENTINO - SALADAS, Corrientes
Mi padre, Aurelio Barrientos. nació en Ignacio Lozas, departamento de Mercedes en Corrientes en 1922, esta foto solo ilustra la llegada del tren en otro pueblo correntino, Saladas.



CONSPIRACIÓN

 



Título: Conspiración


En la vasta noche donde el universo conspiró,  

las estrellas danzaron, luceros de un destino,  

iluminando caminos ocultos en el silencio,  

mientras la luna, atenta, asumía el papel de testigo,  

una vigía plateada en el drama de lo humano.


Nada sería lo mismo, susurró el viento,  

en el vaivén de los eucaliptos,  

sus hojas murmuraban secretos,  

emitiendo una brisa suave como una caricia celestial,  

acariciando el rostro de quienes aún no veían.


El aire llevaba consigo perfumes de sublime esperanza,  

fragancias de un futuro que se atrevía a nacer,  

cada aliento, un eco del inicio  

de un nuevo capítulo,  

un lienzo en blanco esperando su trazo.


Solo bastaba que la humanidad despertara,  

que en sus corazones brotaran semillas de cambio,  

reconociendo que las estrellas no solo brillan,  

sino que guían,  

y que la luna, en su silencio,  

borda sueños en la tela del tiempo.


Así, en esta voluntad cósmica,  

donde el universo sonríe y se conecta

la vida comienza a recobrar su esencia,  

y cada paso tomado,  

una sinfonía de transformación.

Marcela Barrientos 31/10/2/024

Derechos de autora  Argentina

SER UNO MISMO

 


Título: Ser uno mismo 


Ser uno mismo es abrazar la verdad en plenitud,  

respetando a cada ser, en su singular multitud.  

Cada corazón late al ritmo de una misma canción,  

cada alma, un reflejo de la divina creación.  


La otredad es espejo que nos muestra nuestro ser,  

en la diversidad encontramos la fuerza para crecer.  

Como ríos que fluyen hacia el mar en comunión,  

somos parte del todo, una extensión de la creación.  


Desde el servicio y el compromiso, florecemos en bondad,  

cada acto, una semilla sembrada en la humanidad.  

Ser uno mismo en el cuidado del otro y en la entrega,  

es sanar nuestra esencia, construir juntos la existencia 


En el jardín del amor, cultivamos la empatía y la paz,  

cada gesto, una caricia que alimenta la fraternidad.  

Ser uno mismo en la luz del servicio generoso,  

es encontrar la dicha en el bienestar común, sin utopías. 

Marcela Barrientos 15/10/2024

Derechos de autora reservados Argentina

EL PESO DE LA PALABRA

 

Imagen tomada de la red


El peso de la palabra


Nos enseñaron que el verbo era cimiento,

columna erguida, faro entre sombras,

pero nos dieron ecos sin viento,

huellas invisibles en tierras de nadie.


Nos dijeron que todo es lo mismo,

que el oro y la arena son polvo y espuma,

que en un desorden tallado en cinismo

no hay verdad que en la lengua se asuma.


Pero una palabra es un puente erguido,

es hilo de sangre entre dos abismos,

es pacto antiguo, fuego encendido,

la Promesa Eterna en todos los tiempos. 


No todo es lo mismo, no todo es vacío,

hay nombres que pesan, hay gestos que atan,

un mundo sin norte es solo un navío

que finge un rumbo y nunca se fragua.


Volvamos al pulso de dar nuestra voz,

al acto sagrado de ser y de accionar,

que el verbo resista, que el verbo sea don,

y nunca ceniza que el viento hará callar.


Marcela Barrientos 12/02/2025                                                                                                                                          Derechos de autora reservados - Argentina

IXIM ( MAÍZ)

 

Imagen tomada de la red.

Título: Ixim ( Maíz)


En el albor del día, el ixim despierta,  

como un kin dorado en la tierra ch'ol,  

sus hojas son manos que acarician el viento,  

guardan secretos de un tiempo ancestral.  


Semilla de vida, corazón del pueblo,  

su grano es la fusión de la selva y el río,  

en cada comida, un abrazo sincero,  

que nutre el alma con su maternal alimento. 


Bajo la luna, se extiende la milpa,  

y danzan los espíritus en la noche estrellada,  

el ixim es un puente entre el cielo y la tierra,  

un legado que trasciende hasta el infinito. 


¡Oh, ixim sagrado, eres fuego y agua,  

en tu esencia, la historia de un pueblo,  

con cada bocado, un renacer,  

tú eres el pulso de nuestra identidad!


Vocabulario de palabras en lengua ch'ol

Ixim: maíz

Kin: sol

Milpa: del náhuatl milpan de milli "parcela sembrada" y pan "encima de", es un sistema de cultivo. 

Marcela Barrientos 13/01/2025

Derechos de autora reservados Argentina

LOS RECUERDOS

 


Título: Los recuerdos


En la mente peregrina florecen los recuerdos,                                            

nostalgia feliz que abraza el alma en sus dedos.                                            

Caricias del pasado con olor a chocolate,                                               

melodías suaves que acarician el aire dulce.                                            


Cantos del alma emergen de la memoria,                                                     

reflejos intermitentes del ayer en su trayectoria.                                          

Los sonidos del viento traen consigo                                                   

instantes vividos, pedacitos de abrigo.                                                       


Los recuerdos son el puente entre la mente y el corazón,                        

un flujo constante de emociones en comunión.                                                  

En ellos encontramos la esencia de nuestra historia,                                   

en cada destello, una lección trascendente.                                              


En la trama  infinita del tiempo y la memoria,                                                    

se entrelazan los momentos de luz y de euforia.                                                

Los recuerdos, fragancias que embriagan,                                                         

colores que pintan la vida,armonías que contagian.                                         

Entre la neblina de lo que fue y lo que es,                                                 

los recuerdos siguen siendo nuestro más fiel compás.                                            

En el eco de cada risa y en el suspiro de un llanto,                                           

la magia de recordar se hace presente en cada instante.         

Marcela Barrientos 04/01/2025

Derechos de autora reservados Argentina

MI ENERO

 

Título: Mi enero


Mi enero lleva luz en sus días nacientes,

el verano extiende su manto dorado,  

la costanera del Paraná, un lugar mágico 

donde el sol abraza la piel  del peregrino 

y el aire se convierte en un abrazo cálido.  


Cálido verano de fugaces recuerdos,

susurra el río, guardián de historias,  

bajo el resplandor de un sol inclemente,  

sus camalotes, como sueños flotantes,  

esconden misterios en su verde espiral.  


Enero, mes de mi nacimiento,  

un canto de vida en el aire espeso,  

los aromas de tierra y agua se entrelazan,  

la brisa juega entre las hojas,  

acariciando los secretos que el río guarda.  


Las sombras se alargan con nostalgia 

y el canto de las aves, un eco lejano,  

la piel se empapa de sudor y risas,  

mientras el horizonte se tiñe de fuego,  

y el Paraná se revela en mis venas ancestrales. 


Como un camalote que flota en el silencio,  

así pasan los años entre luces y sombras,  

en cada ola, un latido escondido,  

y en cada rincón de esta costanera,  

un universo de sueños por descubrir.  


Mi enero abre la puerta a un nuevo calendario 

y despliega un poema de calor y misterio,  

donde el río guarda, en su abrazo,  

los secretos de un verano pretérito

y la vida, como el agua, siempre fluye.  

Marcela Barrientos 05/01/2025

Derechos de autora reservados Argentina

CUANDO UN AÑO TERMINA

 


Cuando un año termina


Un año se apaga, su luz titilante,

dejándonos huellas, saberes constantes.

En cada momento, en cada vivencia,

un eco que guía, sembrando conciencia.


El espíritu invita, suave y sereno,

a abrir corazones con calor navideño.

Ser mano extendida, mirada sincera,

un gesto que alivia, un alma que espera.


El planeta nos llama, su voz se entremezcla,

con mares que cantan y bosques que tiemblan.

Que cada acción nuestra sea semilla,

de cambio profundo que la vida acaricia.


Así, que este ciclo que empieza de nuevo,

nos halle más sabios, más firmes de anhelo:

ser solidarios, humanos, conscientes,

de un futuro brillante, en paz, con la gente.


Marcela Barrientos 31/12/2024

D.R.A.  Argentina


21 DE MARZO

 



Título: 21 de marzo 


Bajo el cielo del sur, una lluvia de secas hojas,

mientras el norte  de flores multicolores se antoja.

El otoño despliega su manto dorado,  

y la primavera trina un canto soñado.



Es la poesía, piel que se extiende,  

trazando versos desplegados al viento 

donde el otoño deshoja metáforas 

y la primavera despierta sensaciones. 


Las hojas doradas despiden  historias,  

de ciclos que giran, en busca del remanso

en cada caída, un sentir se desvanece

mientras la tierra las recibe en reciclaje. 


Y en este día, el corazón se llena,  

de risas y sueños, de manos unidas,  

celebramos la diversidad que nos enseña,  

a ver en todos los seres la belleza de la vida.  


Las palabras son puentes para unir corazones 

y abren puertas a quienes alguna vez marginamos,

llamándolos Down como si no fueran humanos, 

¡pobreza del alma insensible que debemos desterrar!


Veintiuno de marzo, otoño y primavera, 

poesía que nace para evitar diferencias,

vaciando el corazón de indiferencias,

para llenarlos de abrazos fecundos de amor.

Marcela Barrientos 21/03/2025

Derechos de autora reservados Argentina

LA MARIPOSA Y EL COLIBRÍ

 



Título: La mariposa y el colibrí 


En estos días grises de angustia y temor,  

 un colibrí danzante sobre la lavanda,  

pequeño destello, joya del aire,  

con alas de esmeralda y vuelo de amor.  


Brillando en el sol, un rayo fugaz,  

te vi, padre mío, en un vuelo sutil,  

acercándote a mi alma en un dulce compás,  

dejándome el polen de tu gran sabiduría. 


Y tú, mariposa, de alas de ensueño,  

pasaste volando, un arco en el cielo,  

con fragancia a flores, un mágico encuentro 

un abrazo maternal que me envuelve en anhelo.  


En el semicírculo de sus danzas etéreas 

los vi en el aire dejándome un mensaje de amor:

“Ten fe, querida hija,no hay sombra que oprima,  

nuestro amor es un faro, un refugio eterno”  


Seres alados, guardianes del viento,  

me traen paz, como un río sereno,  

en sus vuelos, un pacto, un dulce sentimiento,  

que no acaba con la vida, pues es infinito.


Sentí que en la incertidumbre, mi corazón se eleva

y me uno a ustedes que con amor sincero me sostienen,

colibrí y mariposa, en sus aleteos, la buena señal

de que  estaremos unidos en un lazo de energía pura. 

Marcela Barrientos 26/02/2025

Derechos de autora reservados Argentina




EL LABERINTO DEL SER

 







Título: El laberinto del ser


El universo cósmicos se adueña del ser

y el tiránico tiempo juega a ser un rey,  

la vida se consume en el mero poseer

y el ser humano, un titiritero sin ley.


Con su mente llena de preguntas,  

no deja de ser un niño que busca en el cielo,  

aferrándose a certezas tan frágiles,  

como burbujas que estallan en vuelo.


¿Quién soy yo, este eco en el viento?  

Un susurro de polvo, un destello fugaz,  

un viajero en un tren sin destino,  

una heroína en su drama, un simple compás.


La razón, esa dama caprichosa,  

juega con las sombras de la ilusión,  

teje en su tela la trama del mundo,  

mientras el corazón canta su canción.


La ironía es la madre de la sabiduría,  

 en cada respuesta, hay un nuevo porqué,  

y así, en la búsqueda interminable,  

jugamos a ser dueños y tener el poder.


La fugaz existencia, un laberinto sin salida,  

donde el hilo de Ariadna se enreda en su misión 

mientras el Minotauro de la duda pávida

nos invita a creer que somos libres en la prisión. 

Marcela Barrientos 27/12/2024

Derechos de autora reservados Argentina

SINCRONÍA DE AMOR

 







Título: Sincronía de amor


En lo profundo del corazón nace un lazo  eterno,

amor y amistad entrelazados en un sueño interno,

como el sol que derrama su luz sobre la tierra,

nuestro amor brilla, puro, sin miedo ni dudas.



En la sinfonía universal, somos notas en armonía,

amor y amistad bailan juntos en perfecta sinergia,

un lazo indestructible, una fuerza que nos sostiene,

amor perenne desde el compromiso y la libertad.


En el fuego sagrado de esta unión inquebrantable,

encontramos la verdad que nos hace invencibles,

porque en el amor y la amistad encontramos la esencia,

la luz que ilumina nuestro ser, con pura excelencia.

Marcela Barrientos 14/02/2025

Derechos de autora reservados Argentina


FAMILIA, RAÍZ Y RAMAS EXTENDIDAS

 


Título: Familia, raíz y ramas extendidas 


En el Día de la Familia, un canto se alza,  

de aquellos lazos que el tiempo no deshace,  

en un mundo que cambia, que a veces amenaza,  

la familia se yergue, nuestro refugio, nuestra base.  


No solo de sangre, sino de corazones,  

se entrelazan las almas, en abrazos sincero,  

un vínculo eterno, de dulces canciones,  

es un lazo profundo, su fuerza es primero.  


Un árbol robusto, de raíces profundas,  

sus ramas se extienden hacia cielos compartidos,  

donde el amor florece, donde el alma abunda,  

y los sueños germinan, en susurros queridos.  


Contiene el arrope de nuestras emociones,  

educa en el calor de miradas serenas,  

brinda el sostén en tumultuosas estaciones,  

construyendo refugios, donde el amor se ordena.  


Mas hoy, en este tiempo, tan frágil y veloz,  

recordemos su esencia, su mágico sendero,  

pues la familia es luz, es abrazo atroz,  

un faro eterno que guía en lo sincero.  


Celebremos el lazo, la risa compartida,  

los momentos de vida que nunca se acaban,  

porque en cada latido, en cada partida,  

la familia se encuentra, y en ella, nos amaban.  


En este día, juntos alzamos la voz,  

por cada historia tejida, por cada mano estrechada,  

la familia es el hogar, el amor sin adiós,  

la raíz de nuestra vida, siempre bienplantada.  

Marcela Barrientos 15/05/2025

Derechos de autora reservados Argentina

NOCTURNO DE LLUVIA

 



Nocturno de lluvia


La luna se esconde tras velos de sombra,

silente testigo de un cielo en lamento.

Los nubarrones, funestos heraldos,

susurran presagios en cada aguacero.


Un relámpago rasga la noche inquieta,

su lengua de fuego deslumbra el abismo,

un grito de luz, advertencia en la brisa,

y el trueno responde con voz de castigo.


Las hojas, sumisas, se dejan beber,

sus cuerpos sedientos se visten de espejos.

Las plantas, dichosas, absorben el néctar,

bailando desnudas en charcos secretos.


Las calles desiertas murmuran nostalgias,

vestidas de sombras y ecos lejanos.

Solo los gatos, con ojos de lámpara,

vigilan el viento que agita sus miedos.


Y llueve y respira la noche en su fiebre,

con ritmo de gotas, con tacto de frío.

El mundo se escurre en hilos de plata,

y el alma, en su umbral, se pierde en suspiros.

Marcela Barrientos 31/03/2025

Derechos de autora reservados Argentina

VICTORIA,VOZ Y VIBRACIÓN

 



Título: Victoria, Voz y Vibración


En el tranquilo amanecer del primer sol,  

La poesía despierta, brillando en su rol,  

Una victoria nacida del silencio y el anhelo,  

Un triunfo tejido desde nuestro desvelo.  


Es la voz que resuena en la noche sin fin,  

Un faro que brilla, un sueño sin confín,  

Un susurro llevado por el viento sutil,  

Una canción de almas, libre y febril.  


La vibración late en cada palabra,  

Un latido sentido, una melodía que labra,  

El ritmo de nuestro corazón profundo,  

Resonando siempre en el mundo.  


Vaciar el alma con palabras al viento,  

Expresar sentimientos, en su más puro aliento,  

Al viento que mece suavemente,  

Desenredando la noche, revelando el presente.  


La poesía es victoria—sobre la duda,  

Un grito de verdad, una voz que ayuda,  

Una celebración de la mente y el ser,  

Un refugio donde el espíritu puede crecer.  


Es la voz que rompe el silencio dilatado.

Un espejo del ahora con huellas del pasado.

Un recipiente para esperanzas y temores,  

Una danza de risas, lágrimas y dolores.  


Las vibraciones se expanden en el aire,  

Una sinfonía que no tiene par ni compare,  

Un lenguaje nacido del deseo del corazón,  

Una chispa, una llama, una pasión.  


Llenar el vacío con palabras sin freno,  

Verter nuestra esencia, sin ningún freno,  

Es victoria en su forma más pura,  

Una tormenta de palabras, una acción segura.  


Así que dejemos que fluya, que salga,  

Nuestras verdades más profundas, que no calla,  

Porque la poesía es la victoria que buscamos,  

La voz que nos hace sentir completos y entregados.  


Y en este acto de compartir en libertad,  

Encontramos nuestra voz, nuestra verdad,  

Una vibración que nunca morirá,  

Un susurro que al cielo se elevará.


Marcela Barrientos 22/04/2025

Derechos de autora reservados Argentina


EL DÍA DEL ARTE

 


Título: El Día del Arte


En el corazón del tiempo, un susurro resuena,  

un lienzo de sueños que nunca se frena;  

el Día del Arte, un canto vibrante,  

una danza de colores, un abrazo constante.  


Las manos que crean son puentes dorados,  

entre almas y mundos, entre lo olvidado;  

con cada trazo, con cada acorde,  

tejen historias que al viento le aforde.  


El arte es el eco de antiguas visiones,  

la luz que se filtra en todas las prisiones;  

un fuego sagrado que nunca se apaga,  

un faro en la niebla que siempre nos embriaga.  


¡Oh, cuántas veces la risa se ha escrito  

en el barro y la sangre, en el llanto bendito;  

la piedra tallada, la danza en la arena,  

son memorias latentes, esencia que no frena!  


En cada cuadro, un universo escondido,  

en cada escultura, un espíritu compartido;  

los abrazos de un libro, la letra que revela

son ecos de vida que el alma anhela.


Pinceles como alas que despliegan su canto,  

y notas que fluyen como manantial santo;  

el arte es el refugio donde somos eternos,  

pinturas de amor en los lienzos del invierno.  


Desde cuevas antiguas hasta luces vibrantes,  

el ser humano escribe su historia de instantes;  

en cada creación hay un trozo de inmortalidad, 

un instante de paz, un atisbo de felicidad.


Celebramos juntos este maravilloso don divino

donde el arte nos une, donde el mundo es camino;  

porque en cada expresión, en cada emoción,  

late el pulso profundo de nuestra conexión.  


El arte nos abraza, nos envuelve y nos guía,  

es espejo y refugio, es fuego y es brisa;  

homenaje eterno a lo que nos hace humanos,  

en este Día del Arte, juntos, de la mano. 

Marcela Barrientos 15/04/2025

Derechos de autora reservados Argentina


CONTEMPLACIÓN

 


Titulo: Contemplación


Con los dulces trinos del alba despierto,  

solo hay quietud, todo está desierto;  

silencio, un eco que acaricia mi piel,  

un suave terciepelo que huele a miel.  


Las hojas murmuran secretos antiguos,  

donde el viento es maestro y los árboles, amigos.  

El canto sutil de un gallo solitario

resuena en el aire y marca el amanecer.


Afuera, el mundo se viste de calma,  

la luz del sol juega, ofrenda su alma;  

sin artificios, sin sombras de prisa,  

la riqueza del instante se vuelve precisa.  


Contemplo la calle, en su hora vacía 

sin ruidos que la despierten con osadía,

en el abrazo austero de un mundo 

que en el silencio se llena de promesas.



En el arte de esperar, descubro el tesoro,  

una pausa, un suspiro, en el jardín de oro;  

los ojos cerrados, el corazón abierto,  

la vida palpita en un instante incierto.  


Alineada con la aurora, amanezco en mi interior 

la contemplación florece, serena y temprana;  

y en ese preciso instante todo es posible,

nada hay de malo en el mundo, solo el hombre.


Silencio, dulce refugio de lo ruidos por llegar

que alborotan los pensamientos para el mal.

Contemplar lo real, sin ruido y sin prisa,  

es el arte más puro, el regalo de la vida. 

Marcela Barrientos 08/04/2025

Derechos de autora reservados Argentina

EL REY DEL ACORDEÓN

 



Título: El Rey del acordeón 


¡Apá!, aquí llega "El adivino" a cantar,  

con la brisa tibia que acaricia el río,  

su acordeón es un susurro en el viento,  

un eco de tierras que nunca se han ido.


Las montañas tararean sones y merengues 

frutas dulces del viento en cada nota,  

en la alborada de un sol que se asoma,  

florece el vallenato, como un abrazo.


Las palmas de la gente son olas del mar,  

un festival de sabores se alza en el aire,  

los sueños se enredan en cuerdas de amor,  

ay, Colombia, tierra de pasión y de baile.


En cada estrofa un café humeante,  

un sentimiento profundo desde el Ariguaní

¡oh, Alejandro Durán!, el Rey negro del acordeón

cantas con el alma y suena el corazón. 

Marcela Barrientos 03/09/2024

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