Si supiéramos el valor de nuestras manos
las usaríamos para hacer el bien al prójimo.
Nuestras manos son útiles para muchas cosas,
con ellas rezamos, cocinamos, trabajamos,
las unimos en cadenas de fraternidades,
podemos dar alivio a quienes necesiten,
escribir las palabras más maravillosas,
acariciar a nuestros seres queridos
y en muchas cosas más podemos usarlas.
Dar la mano es bendecir al otro con cariño,
es un dar y recibir energía de la pura y buena.
No perdamos las ocasiones de hacer de ellas
un símbolo de amistad y de ayuda humanitaria.
Esa fue la enseñanza de mi querida madre,
un ser siempre abierto a tender sus manos.
Marcela Barrientos 11/112019 Copyright
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