La vida actual es un estado de alerta constante,
un riesgo constante, una supervivencia irracional.
Cada día se enfrentan riesgos que alteran la calma,
continuamente nos atormentan noticias trágicas.
Añoro esos años donde no había violencia insensata,
y vivía sin necesidad de poner alarmas en torno a mí.
Hemos hechos de este mundo un reto diario a sortear,
permitiendo que la sensación de peligro nos aceche.
La vorágine nos persigue en su intento de atraparnos,
ya el tiempo es destiempo que corre sin detenerse jamás,
atrás quedó el idílico sueño de una niña que creía en finales felices.
Los días vuelan, la esperanza se desvanece, la alerta continúa.
Marcela Barrientos 05/12/2019 Copyright
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Argentina
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