Afuera pandemia...cuarentena
y un quedate en casa obligatorio y peligroso.
Ella sabía que tenía que convivir con su verdugo,
que si quería denunciarlo,
tenía que dar más explicaciones que él.
Hasta creyó ver en sus ojos una mirada de triunfo,
ya resonaba en sus oídos sus palabras :
"A ver a donde te vas a quejar ahora".
Los días transcurrieron bajo el yugo violento,
incluso él trabajaba desde la casa
y los niños convivían en un medio hostil.
¿Dónde podría ir ella que estaba
más controlada que nunca por su enemigo?
Escondida un día llamó al número oficial
pero las patrullas ahora estaban para otra cosa
y no podía arriesgarse a salir sin permiso de circular.
Pero un día la golpeó fuerte...muy fuerte,
no la mató y esa fue su esperanza.
Llamó a la emergencia cuando él salió tras la furia.
Por suerte vino con un patrullero
y pudo exponer su situación y la de sus hijos.
Desde esa noche él ya no puede entrar a su casa,
cambió la cerradura y se vistió de coraje
y con las garras de una guerrera enfrentó hasta el hambre.
Comenzó a hacer pan y vendiendo a los vecinos
y pudo así de poco construir un modo diferente de vivir
rodeada de sus hijos y de seres queridos
que a pesar de la distancia comprendieron su lucha.
Aunque los días oscuros no acaban así tan simplemente,
ver un rayo de sol detrás de las nubes, se convierte en esperanza.
Marcela Barrientos 02-03-2021 Copyright
Derechos de Autora Reservados
Argentina
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