Aún recuerdo sus primeras sonrisas,
mientras dormían y tal vez soñaban,
o cuando reconocían mi voz o rostro,
nada más parecido a la sonrisa de Dios.
Los años pasan y ellos no lo recuerdan
salvo que encuentren una fotografía.
Los años pasan y yo eternizo ese instante
en un intento de conservar ese vínculo.
Dios nos da la oportunidad de ver su rostro
en la llegada de cada niño recién nacido
y sonríe a través de ellos con plenitud.
Es que son la esperanza y la promesa,
no en vano su Único Hijo nació de la Virgen
para enseñarnos a ser un Hombre Nuevo!
Marcela Barrientos 28/12/11
Copyright. Argentina
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