Fuiste condenada a perder tu cabeza
porque tu mirada convertía en piedra
a quien osaba posar sus ojos en ti.
Tal vez sin entender el motivo de tu dureza,
prefirieron a pesar de tu preñez decapitarte.
Y en el acto de perder la vida nacieron tus hijos:
Pegaso, el caballo alado y posterior Constelación,
Y su gemelo Crisaor, un gigante con espada de oro.
Todos ven en ti lo oculto, lo feo, lo monstruoso,
yo elijo ver tu descendencia, herencia mitológica.
No voy a juzgarte, seguirás siendo para muchos,
un amuleto para alejar lo malo que nace del corazón.
¡Qué irónico, condenada y decapitada para luego
ser considerada un símbolo que aleja el mal!.
Así son nuestras decisiones, si tal vez hubieran visto tu alma
tus ojos no tendrían chispas de furia o de dolores ocultos.
Marcela Barrientos 01/10/2018 ©®
Derechos de Autora Reservados
Argentina
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