Ningún tema social que se salga de lo común
es muy fácil de abordar, pero es cuestión de respeto.
Como madre no puedo decir que me será fácil,
uno tiende a lo que se suele llamar “normalidad”,
pero si le garantizo mi amor incondicional y mi respeto.
Los derechos humanos no admiten diferencias,
y en eso radica el error de muchos haciendo excepciones.
Tal vez tengamos charlas, y eso es lo bueno, poder dialogar,
aunque no estemos de acuerdo, nadie podrá romper el vínculo.
Porque más allá de los padres e hijos que impongan distancia
nada borrará el lazo que los une más allá de las decisiones.
Al principio nada es sencillo, los padres tendemos a proyectarnos,
pero no es imposible convivir respetando las divergencias.
No estoy de acuerdo con los odios por razones de sexo, raza o religión
por lo que estoy segura de que aceptaría la elección de mis hijos
más allá de mi libre opinión de lo que me hubiera gustado.
Marcela Barrientos 08/10/2018 Copyright
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Argentina
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