Tras un invierno y una primavera en espera
te tuve entre mis brazos por primera vez
una dulce mañana de un otoño marcino.
Me convertiste en madre primeriza
e invadiste mi mundo con vital energía.
Contigo comencé a formar mi jardín maternal
donde la niñez aromatizó el clima hogareño.
Hoy forma parte de mi cofre dorado de recuerdos,
mis primeras tres estaciones de nueve lunas
que luego transformaría en cuna acogedora mis brazos,
y ya nada será igual sin lugar a ninguna duda existencial
porque no importa que eres grande, no, eso ya no importa,
solo sé que a pesar de todas las fallas y dudas,
mi corazón se agrandó de un amor que es único.
Marcela Barrientos 15/12/2022
Derechos de autora reservados
Argentina
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