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lunes, 20 de noviembre de 2023

Viaje solitario

 



Mariana, una joven aventurera, emprendió un viaje solitario hacia las profundidades del bosque. Su objetivo era alcanzar una antigua cabaña de montaña que había escuchado mencionar en las historias de la aldea. La caminata comenzó como cualquier otra, con el crujir de las hojas secas bajo sus botas y el murmullo del viento entre los árboles.


A medida que avanzaba, la línea entre la realidad y la fantasía comenzó a desdibujarse. Mariana encontró una corriente de agua cristalina que parecía fluir en dirección contraria, subiendo por la ladera de la montaña. Su mente racional luchó por entender este fenómeno, pero su curiosidad la impulsó a seguir el curso del agua hacia arriba.


El paisaje se volvía cada vez más extraño. Los árboles adquirían formas caprichosas, pareciendo contorsionarse y susurrar secretos a su paso. Mariana se sintió como si hubiera entrado en un mundo mágico, donde las reglas de la física y la realidad se habían trastornado.Sentía que esos árboles centenarios querían advertirle que la cabaña tenía muchos secretos ocultos.

Los pájaros la revoloteaban dando graznidos raros, ni siquiera conocía qué pájaros eran, pero sus chillidos eran una súplica.


Finalmente, Mariana llegó a la cabaña de montaña que buscaba. Sin embargo, lo que encontró la dejó sin aliento, estaba rodeada de una densa neblina oscura. La cabaña parecía flotar en el aire, suspendida por encima de un abismo profundo. No había un puente o camino aparente que condujera a ella, pero Mariana no podía resistirse a la atracción que emanaba de la cabaña.


Con temor y fascinación, cruzó el umbral y entró en la cabaña. El interior era una mezcla de lo cotidiano y lo surrealista. Encontró una mesa cubierta de libros cuyas páginas se desplegaban en infinitos laberintos de palabras. Las paredes parecían estar hechas de espejos que reflejaban múltiples versiones de ella misma, cada una en un estado de ánimo diferente.Entonces ella misma se preguntó cuál de todas era ella, o tal vez era todas ellas en una.


A medida que exploraba, Mariana se dio cuenta de que este lugar desafiaba todas las leyes de la realidad. Los relojes se derretían como cera y todos marcaban una hora diferente. Los cuadros en las paredes cobraban vida, narrando historias con voces susurrantes que no lograba comprender.


No sabía si estaba soñando, si había cruzado a otra dimensión o si la cabaña misma tenía vida propia. Lo que estaba claro era que había entrado en un mundo donde lo real y lo fantástico se entrelazaban de una manera que desafiaba su comprensión.


Mariana se sentó en una silla que parecía estar en todas partes y en ninguna parte al mismo tiempo. Cerró los ojos y se dejó llevar por la experiencia única que estaba viviendo, aceptando que, en ese momento, la frontera entre lo real y lo fantástico se había vuelto irrelevante, y ella era parte de un misterio que trascendía las categorías convencionales.

Despertó horas más tarde en la cabaña, todo estaba ordenado, los cuadros en su lugar y los relojes marcaban la hora perfectamente al compás. Sólo recordaba haber llegado muy tarde a la cabaña y haberse ido a dormir.

Marcela Barrientos 16-09-2023

Derechos de autora Reservados

Argentina

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