A Rocío, con mis deseos de un futuro mejor.
Día a día escuchamos noticias de mujeres asesinadas por crímenes pasionales, parejas, ex parejas o amantes. Hasta olvidamos sus nombres con una facilidad que me hiela sangre, ni sabemos si tuvieron alguna vez justicia real.
Las
otras víctimas, las que viven con el calvario de haber vivido en el epicentro
mismo de un terremoto que sacudió sus vidas haciendo un infierno sus años
inocentes.
Esta semana tocó timbre una chica de veinticinco años, madre de una niña de dos años, que había perdido por muerte súbita a otra beba de tres meses, su pareja estaba muerta. Ella salía a vender para mantenerse.Ahondando en la conversación me contó que a su hija la cuidaba la abuela paterna, a su madre la había matado su padre hacía ocho años y ahora estaba preso.
Y me puse a pensar en las otras víctimas, esas de las que poco se habla. Ella era la mayor de cinco hermanos que quedaron solos sin una madre, asesinada por el padre, y bueno su padre cumpliendo su condena.
¡Cómo están creciendo tantos hijos en ese ambiente de violencia extrema!. Lo feo es que nos estamos acostumbrando como sociedad a estas noticias que duelen en el momento pero que deja de ser sólo una noticia para miles de niños que quedan sin su madre y crecen tal vez con odio, tal vez hasta abandonados si carecen de una familia que los contengan y de un Estado que si poco hace por la víctima menos hace por los hijos que quedan desamparados y sin entender el por qué.
En esa chica que esta semana tocó el timbre de mi casa pude ver el rostro de las otras víctimas que pasan invisibles y desapercibidas por la sociedad y por los que también deberíamos decir #Basta, queremos que crezcan con sus madres. Y que puedan tener un padre presente sin violencia, como debería ser aún en los casos de padres separados.
Esa chica tocó mi corazón, vi en directo la tristeza de portar una historia de muertes y violencias, incluso la suya propia con una pareja muerta, soltera con una hija a la que criar sola en un país donde conseguir trabajo es casi un milagro, ella tocaba la puerta casa por casa con la esperanza de vender algo.
Estamos inconscientemente generando estereotipos sociales por no saber poner freno con educación y valores una pelota que ya está rodando sola por todo el mundo. No es sólo #NiUnaMenos, es mucho más, porque genera un cambio social en tantos niños huérfanos sin pensar en sus destinos, que también pueden seguir la cadena de violencia con las que ya están familiarizados.
No sé cuando perdimos el rumbo, cuando las buenas costumbres se dejaron de usar, cuando todo comenzó a ser violencia y nada más. Cuando las palabras respeto y responsabilidad dejaron de formar parte de nuestro vocabulario y solamente nos convertimos en espectadores.
Rocío, te mereces con tu hija una vida mejor a la que conociste hasta ahora. Y vi en ti la valentía de no hacer de tu vida el mismo prototipo con el que te criaste. En mi opinión eres un ejemplo a seguir para el resto que no pueden salir de ese pantano que es continuar los mismos hábitos heredados.
En ti, vi a esos miles de niños cuyas historias se pierden tras la muerte de su madre, y tener la oportunidad de hablar contigo fue para mí una gran experiencia que me lleva a escribir esta reflexión : la perdida de una mujer en manos de hombres es un flagelo mundial, pero si esas mujeres a su vez son madres es aún peor pues les están quitando el derecho de los niños de crecer sanamente, lejos de un ambiente hostil y violento. Les dejan huellas que jamás podrán ser borradas aunque si superadas por medio de la ayuda que como sociedad podamos brindarles.
Sí hoy vi el rostro de una mujer que creció de golpe, como hermana mayor y la vida le siguió mostrando el lado triste de tener que ser madre soltera y enfrentar con su pequeña un camino que suele ser muy cuesta arriba cuando se lucha por las necesidades básicas.
Marcela Barrientos 05/04/2019 Copyright
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Argentina
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