No sé cómo es en otros países pero esto le sucedió a mi padre en sus últimos meses de su vida, un Calvario que no merecía pero que las obras sociales que cubren su salud no les importó cuidarla.
Tras una buena mejoría después de un diagnóstico de insuficiencia renal severa, comenzaron sus infecciones urinarias seguidas pero controladas con una medicación que le servía para atacarla y no le perjudicaba su mal funcionamiento del riñón.
Tenía internación domiciliaria , una primera doctora que fue un Ángel, que estuvo conmigo a cada duda pero que se tuvo que alejar pues ella estaba pasado su propia lucha contra un cáncer que terminó llevándola antes que a mi padre.
También tenía un nefrólogo particular que lo visitaba y me daba las indicaciones necesarias para que este mejor, como darle Ensure, un polvo que le agregaba a la leche del desayuno y merienda para darles más valor nutritivo y sirve para recuperarle la masa muscular.
Los médicos que le siguieron poco les importó de sus necesidades ni las indicaciones del doctor particular, venían como un trámite le tomaban la presión y auscultaban sus pulmones , preguntaban si necesitaba recetas de remedios y se iban.
Luché mucho para que sus cambios de sonda vesical sean cada mes al principio y luego por pedido del doctor de cabecera sean quincenal, cosa que nunca conseguí.
Tras dos internaciones por infección urinaria intentaba ponerle sus pocas fuerzas a una vida que ya le resultaba pesada de llevar.
Cada alta médica nos dejaba en el vacío de volver a recuperar la internación domiciliaria, un trámite de miles de papeleos , llamadas y mails que agotaban.
Llegamos a marzo del 2017, otra vez no conseguíamos que le cambien las sondas, la enfermera esperaba que la autoricen así cobraba su trabajo, la obra social no leía los mails ni atendía mis llamadas para insistir sobre la necesidad del cambio. Porque la burocracia le llevaba a esperar no solo la autorización sino que le lleguen los materiales descartables, la sonda y todo lo que la enfermera necesitaba para el cambio. Sin eso la enfermera no se lo hacía. No veían su sufrimiento, cada uno quería defender y cuidar su trabajo. Como me dijo la enfermera: “no voy a hacer un trabajo que luego no voy a cobrar ni traer mis elementos si no me lo van a reintegrar”.
Y los días pasaron se cambió la sonda y se extrajo una muestra de orina para urocultivo, su rostro comenzaba a mostrar el dolor que sentía, ese rostro sin arrugas de pronto envejeció todos los años juntos.
El 28 de marzo buscamos los resultados que tuvimos abonar aunque la obra social nos decía que no debimos pagar, y acá hago hincapié en algo tan absurdo como real, cada vez que se llamaba para preguntar algo te daban una respuesta distinta según quien te atendiera y eso lo reconozco me ponía loca. No entendía como unos te daban la razón, otros te decían otra cosa, la cuestión es que el tiempo pasaba y tiempo era exactamente lo que mi padre no tenía. Cada día era vital para él pues de una infección común podía pasar a otro tipo de infección y el único que me leía los análisis con cordura era el nefrólogo, pero al ser particular su firma no valía para la obra social.
Aclaro que una obra social en mi país es un seguro médico que te descuentan tanto del salario siendo activo como de la jubilación para que puedas ser atendido en cualquier caso de enfermedad incluso internación.Mi papá había trabajado cuarenta y dos años en una empresa del Estado , se la tenía bien ganada, y se la descontaban mensualmente.
Esa maldita obra social que dejó que se vaya , que especuló su edad, con su enfermedad y sacó unos cálculos perfectos para que en menos de dos meses se fuera y lo peor se fuera sufriendo.
Vuelvo, era 28 de marzo de 2017, el resultado fue muestra contaminada, lo que nos dejaba prácticamente en cero. No sirvió de nada, él estaba con dolor pero no se nos indicó ningún tratamiento, por lo que ya estaba aprendiendo de tanto hablar con doctores era que necesitaba urgente un nuevo urocultivo que nos dé un antibiograma, una lista de remedios que ataquen la bacteria y de esos descartar los que su riñón no toleraría.
El 7 de abril, la doctora domiciliaria me hace las recetas médicas pero tenía una orden de no dejármelas, sino que les podía sacar una foto. Algo ridículo, el laboratorio me pedía la orden, no podía mandar una foto de la orden .Y pelee, sí lo pelee, tanto que me dieron hablar con el doctor general de internación domiciliaria y me reitera el pedido desde la obra social de no dejarme nada.
Cansada de discutir y esperar unos estudios que no se realizaban, porque para eso había que cambiarle la sonda y ese era otro tema de peleas y tiempo perdido, me decidí a pedir una orden particular a nombre de mi marido en mi Clínica y llevar la muestra de mi padre. Desesperada jugué esa carta que dio uno de los peores resultados, la infección ya era más severa, era 20 de abril cuando le hice hacer ese análisis y el resultado estuvo para el 28 de abril
En principio había un antibiótico eficaz para su infección y sus riñones pero claro, entre el 20 de abril y el 28 de abril paso tiempo, tiempo que para él era importante y el virus cambió, tanto que en pocos días se le hizo una bola de pus dentro de sus genitales.
El 29 de abril se lo llevó a una guardia de urgencia , le hicieron un análisis pero no le pusieron suero, eso tal vez lo hubiera mejorado bastante. Volvió a casa , la infección sólo era local según los doctores.
El 2 de mayo la obra social se digna a venir a hacerle el urocultivo que se había pedido el 7 de abril, esa orden que no me habían dejado en mano. Pero mi padre no conseguía mejorar, todo empeoró.
El 5 de mayo tenía su visita semanal y ya agotada física y mentalmente le pedí al nefrólogo que venga a verlo. La doctora se lavó las manos, vio los resultados y dijo que se haga lo que el nefrólogo diga tiene un virus muy doloroso y que se esparce por otros lados.
Le grité que ellos eran los responsables de que llegara a ese estado si el 7 de abril hubieran acelerado otro urocultivo, lo que me dio la razón el nefrólogo horas después, cuando ordena un tratamiento más severo, que jamás me lo otorgaron.
Lo peor ese día había pedido una ambulancia para trasladarlo a la urgencia con una orden del médico con las indicaciones a seguir.Tuve dos ambulancias por más de una hora y media , en ningún momento entraron a ver a mi padre, sólo esperaban que la obra social le confirmen el traslado. Y la obra social llama a su casa pide hablar con la doctora de la ambulancia y le da la orden de retiro del domicilio, y a los minutos retiran a la otra ambulancia.
Con bronca me puse delante de la última ambulancia y escuchaba que le decían por móvil que se retiren del domicilio. Llamé a la obra social me prometieron un Código Rojo de urgencia, eran las 17 horas, justo la hora que todos se retiran de la oficina, ya no tendría a quien reclamar sino confiar en ese Código Rojo que llega poco antes de las 18 horas pero que tampoco lo traslada, ni pasan a verlo. Sólo se quedan en la calle para que le confirmen el traslado a urgencia que yo pedía a gritos.
Casi a las 20 horas harta de ver una ambulancia en la puerta de mi casa que no actuaba firmé el retiro del domicilio y lo llevó mi hija con una enfermera amiga con un servicio privado de auto parecido al taxi que en mi país se le dice remise.
Yo me quedaba en casa con mi madre ciega y ajena a todo esto, su demencia la dejaba lejos de todo lo que sucedía alrededor. Era la hora de su cena, su insulina , ella tenía sus necesidades propias.
Y se fue, lo internaron, la infección fue cruel, lo mantenían dormido, sedado, lejos de quienes lo visitaban. Yo permanecí con mamá, ella había días que entendía, otros que no, sigue librando con ese monstruo que es la demencia. Confieso que no podía verlo así, sin sus ganas de luchar a la vida.
El 18 de mayo a las 06 y 30 de la mañana recibí la peor llamada, no me dijeron que había muerto , me pedían que nos acerquemos a la Clínica, mi esposo sabía lo que podía ser para mi. Fue él, y tuvo que reconocerlo, reconocer que se había ido.
Me quedé con su rostro de dolor, con sus ojos llenos de tristeza, sabía que se estaba yendo, pedí ayuda a la familia, pero nadie estaba dispuesto a cuidar enfermos o decían tener lástima de verlos así.
Lo aquí relatado fueron sólo los dos últimos meses, pero la lucha con la obra social, con el Plan Solidario para jubilados, que de solidario no tiene nada, pues dejan que entre la orden, la autorización y el turno pasen más de quince días y eso los va matando de a poco.
La insensibilidad hacia los abuelos te deja el alma con desconsuelo.
Marcela Barrientos ©®
Derechos de Autora Reservados
Argentina
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