Hace dos décadas veo una juventud vacía, ahora llamados ni-ni, que con poca educación y sin trabajo gozan de tener el privilegio de planes pagados por el gobierno y sus expectativas no van mucho más de ello.
Muchos de ellos atrapados en la droga, muchos de ellos mueren jóvenes atrapados como soldaditos de grandes carteles que dejan hijos que heredan el mismo camino como un círculo de violencia y sin una meta que los lleve a salir de esa situación.
Perdidos en ese mundo marginal se dedican a la delincuencia y si caen presos, el sistema carcelario no nos asegura un individuo reinsertado socialmente corregido.
Como sí creo en el poder del cambio, me gustaría que haya instituciones públicas que cumplan con su deber de resocializarlos para terminar con los círculos viciosos que los margina de la sociedad.
Marcela Barrientos
Microrrelatos 26/08/2019 ®©
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Argentina
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