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viernes, 2 de febrero de 2018

MORIR EN SOLEDAD

No tenemos palabras de perdón posible,
la única verdad es que no creíamos era el final.
Tal vez ilusos confiamos en que eras invencible,
definitivamente no dedujimos que era terminal.

Cuando recibimos de la clínica la triste llamada
el dolor nos apuñalo el corazón trágicamente.
¡Qué cuchillada en el alma tan inesperada!.
Si la tarde anterior aún luchabas aguerridamente.

Pero en la madrugada algo fallo en ti y estabas solo,
la terrible infección había ganado la batalla sin piedad.
Nadie cuido de tus noches internado… estabas solo.
Dormido por los sedantes te fuiste en silencio, en soledad.
Marcela Barrientos 18/01/2018 ©
Derechos de Autora Reservados
Argentina


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