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miércoles, 22 de octubre de 2025

MI AMIGO TERK

 





TÌTULO: MI AMIGO TERK


Soy veterinaria y bióloga conservacionista, y he cuidado especies muchas veces misteriosas, pero nunca conocí nada como Terk, el mono sin nariz que habita nuestro zoológico. Él llegó hace un año desde un centro de rescate en el sudeste asiático, donde fue hallado desnutrido y con signos de haber sido víctima del tráfico ilegal. Su rostro peculiar, chato y casi desprovisto de nariz, no impidió que sobreviviera: lo hizo por instinto, por esa inteligencia callada que poseen los animales que han luchado contra la extinción con uñas, saltos y silencio.

Desde el primer día, entre la jaula húmeda y las ramas falsas, nuestro vínculo se tejió en miradas. Yo, con mi bata manchada de hojas, y él, con su piel oscura como tinta de abeja, aprendimos que lo extraordinario no exige estridencia: basta un estornudo suave al rozar sus fosas nasales, cada vez que llueve. Es su lenguaje más puro, un poema nasal que nace del agua y lo reviste de ternura.

Para él, diseñamos un espacio vivo: una réplica en miniatura de los bosques que solía habitar, donde la altura no es amenaza sino impulso. El lugar es un tapiz vertical de árboles, puentes colgantes, raíces que trepan como serpientes, y hojas que gotean como si el rocío hablara. Allí, Terk camina a cuatro patas con la agilidad de un bailarín del viento, pero cuando el terreno lo desafía, se vuelve bípedo, se lanza entre las ramas como una nota de música suspendida. Su cuerpo es un salto contenido, una brújula salvaje en constante exploración. Verlo moverse es como ver la lluvia caer hacia arriba: no sigue las reglas, las reinventa.

Recuerdo aquella tarde de mayo, cuando una lluvia fina cayó sobre su refugio. Él se acurrucó, tiritando, como un niño que teme el llanto del cielo. Su estornudo fue un eco ronco, y algo en mi pecho se hizo ruido: sentí que protestaba contra la tormenta, que reclamaba un escudo que yo no le daba. Caminé hasta la jaula, y él levantó el rostro, sin nariz, sin voz más que ese estornudo que decía: “Estoy vivo, y también temo”.

Su dieta—hojas, frutas, cortezas—es como un canto silvestre: cada bocado cruza mi mano con un hálito de vida ancestral. Terk introduce semillas en su boca como si sembrara promesas, y cada fruto que deja germinar es una melodía que desafía la extinción.

Una noche, mientras anotaba su pulso y su respiración al pie de su jaula, sentí que respirábamos en la misma frecuencia: su pecho subía con pulso vegetal, el mío respondía con un latido de consuelo. Nos comprendimos sin palabras, sin nariz ni tatuaje mortal, solo con aliento compartido.

La anatomía de Terk lo hace vulnerable: la lluvia entra sin filtro, los estornudos son defensas tardías. En su hábitat natural—los bosques del Himalaya entre Birmania y China—está en grave peligro. Menos de 330 individuos sobreviven, y la deforestación se traga su hogar en silencio.

Por eso, en cada gota que toca a Terk, siento el peso del mundo. Por eso me arrodillo frente a él, acaricio sus hombros en silencio y le digo con voz suave: “Además de instinto, puedo darte refugio”. Entonces cierro mi cuaderno y lo abrazo—él deja un bramido delicado, casi un susurro—y siento que nuestro vínculo es un puente entre lo salvaje y lo humano, entre la poesía y la ciencia.

Terk me enseñó que la libertad no es huir, sino resistir incluso sin nariz, incluso estornudando cada vez que llueve. Que la belleza puede habitar lo extraño, lo imperfecto. Y yo, que soy veterinaria, también soy custodio de un ritual: el de acompañarlo en el resguardo de su respiración, el de secar cada gota que amenaza con llorar por él.

Cada mañana, cuando atravieso el sendero hacia su refugio, escojo un racimo de hojas frescas y lo ofrezco con gratitud. Terk abre su boca en un bostezo silencioso, y en sus ojos chispean lunas de confianza. En su singular anatomía, descubro la metáfora más pura: el compromiso de una veterinaria con un monótono estornudo contra la lluvia… y con la esperanza intacta de salvarnos juntos.

AUTORA: Marcela Barrientos 19-07-2025

Derechos de autora reservados Argentina 


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